Lanzarote, la isla más nororiental del archipiélago canario, es un lugar sumamente fascinante que, al menos una vez en la vida, merece una visita. Tan pronto como se llega a este pequeño oasis, parece estar en la luna. Aquí estamos rodeados de un paisaje volcánico, con maravillosas playas con vista al océano, viñedos típicos, espectaculares casas blancas, buena comida y sobre todo estamos rodeados por lanzaroteños muy amables.
Si miramos a nuestro alrededor, vemos que aquí todo está en armonía con la naturaleza, parece que no hay nada fuera de lugar. Lanzarote debe la belleza de un entorno incontaminado a César Manrique que trabajó duro para hacer de la isla un lugar auténtico, natural y para nada artificial. Manrique fue un pintor, escultor, arquitecto muy importante, en definitiva, un artista polifacético que nació en Arrecife en 1919, estudió y trabajó en el extranjero, luego decidió volver a su amada isla dedicándose a preservar esta pequeña perla.
La arquitectura está en perfecta armonía con la naturaleza, como si fueran la misma cosa, aquí el arte hace resaltar la belleza del paisaje. Es gracias al arquitecto lanzaroteño que aún podemos admirar las típicas casas blancas con ventanas azules o verdes que se funden con el encanto de esta isla llena de atractivos.
El objetivo de Manrique no fue desfigurar este lugar, sino proteger la naturaleza de la isla, el artista siempre ha tratado de vivir sin estar rodeado de elementos artificiales. Consiguió combinar su amor por el arte con el compromiso de protección del medio ambiente, creando obras que se adaptan al territorio como una extensión real del mismo. El artista falleció en 1992 a causa de un accidente de auto y es triste saber que abandonó su amada tierra sin saber que en 1993 la UNESCO declaró la isla una «Reserva Mundial de la Biosfera», Manrique seguramente se habría sentido orgulloso.
Si habéis decidido organizar vuestro próximo viaje a la isla de César, no os debéis perder sus principales obras. La mágica atmosfera de la cueva volcánica «Los Jameos del Agua» os sorprenderá con un lago y su particular especie de cangrejo albino; si os gustan las vistas impresionantes tenéis que visitar el «Mirador del Río» con su vista a la isla de La Graciosa, la construcción está perfectamente incorporada a la roca volcánica; el “Jardín de Cactus” acoge más de 1.100 especies diferentes de cactus; en el centro de la isla Manrique construyó el «Monumento al Campesino», obra de 15 metros de altura dedicada a todos los agricultores lanzaroteños. Otra magnífica obra arquitectónica es la Fundación César Manrique, la casa donde vivió el artista durante 20 años, creada dentro de cinco burbujas volcánicas es la representación perfecta de la fusión entre arte y naturaleza donde los colores oscuros de la lava, el verde de las plantas y el blanco del edificio crean una armonía perfecta.
Ninguna descripción haría justicia a tanta belleza, así que es hora de planificar un viaje a este paisaje lunar.
La mayor obra de arte de César Manrique es sin duda la isla de Lanzarote, como afirmó el arquitecto: “para mí era el lugar más bello del mundo. Y me di cuenta de que si ellos pudieran verlo a través de mis ojos, entonces, pensarían igual que yo”.