Pequeños objetos que tienen el poder de alejar la mala suerte. Colgados del cuello, en un rincón específico de la casa, en el bolsillo, en la mochila: hay algo para todos. Especialmente cuando se trata de enfrentar retos difíciles e importantes de la vida, todos nos volvemos un poco supersticiosos. Hay quienes lo son solo en ocasiones especiales y quienes se rodean de amuletos todos los días para ahuyentar la mala suerte.
Cada país tiene el suyo. En Irlanda está el trébol, en China el sapo dorado, en Suecia el caballo, en Egipto el escarabajo, en Italia el cuerno rojo. Además de estar asociados con poderes sobrenaturales, los amuletos de la buena suerte son sobre todo símbolos culturales fascinantes.
Según el profesor de psicología Richard Wiseman, “el hecho de que estén presentes en todas las culturas y en todos los tiempos muestra hasta qué punto el concepto de suerte y superstición están enraizados en nuestro ADN”. “El hombre se vuelve supersticioso cuando tiene que afrontar la incertidumbre de su actuación, como les ocurre a los deportistas o actores”, explica. Ante una situación difícil, el hombre siente la necesidad de aferrarse a algo que es más grande que él y, sobre todo, que está de su lado.
Algunos amuletos de la suerte están relacionados con la tradición de un lugar, otros tienen su origen en la fe. El ojo de Allah y la mano de Fátima se encuentran son de los últimos. El primero es el característico ojo en el centro de círculos blancos y azules, muy común en las regiones mediterráneas y en los países árabes y que tendría el poder de proteger contra el mal de ojo. Se encuentra en forma de cuencos, pulseras, alfombras, colgantes y mucho más. La mano de Fátima, conocida como hamsa, se encuentra principalmente en los mercados de Marruecos e Israel. Está realizada en muchos materiales diferentes: desde el latón hasta el estaño, desde madera hasta esmalte. La coleccionista y empresaria iranoestadounidense, Maryam Montague, sostiene que las tradiciones y las creencias “siguen los caminos de los comerciantes, en la forma en que las personas compartían la cultura”.
Los amuletos de la buena suerte no son solo tangibles, también pueden ser abstractos. Por ejemplo, pertenece a la tradición española, la costumbre de llevar ropa interior roja y comerse doce uvas al toque de la medianoche de Nochevieja, como buen augurio para 12 meses de buena suerte. Otros rituales supersticiosos en el mundo incluyen tocar madera, pronunciar la palabra “conejo” cuando acabas de despertarte el primero de cada mes y arrojar una pizca de sal sobre el hombro izquierdo.
Muy popular entre los objetos de buena suerte, están los que representan animales. En Tailandia el elefante es una criatura sagrada y está relacionado con el budismo, la religión más difundida en el país. Es un símbolo de paz y poder. Aún más famosos son los “gatos de la suerte” japoneses, cuyo nombre original es maneki-neko. Estos se encuentran principalmente en los restaurantes y en las tiendas para que atraigan bienestar y prosperidad.