Himba: el pueblo rojo que vive en Namibia

En algún lugar del mundo, en una de las zonas más vírgenes del planeta, aún existen tradiciones ancestrales que no han sufrido influencias externas y que siguen intrigando a toda la humanidad. Estamos hablando del pueblo Himba, nómadas de piel roja que viven en el norte de Namibia, en la región de Kaokoland. 

Los Himba son descendientes de un pueblo Herera que se había refugiado en el estado de Angola en 1800, hacia 1920 el grupo de piel roja regresó a su tierra natal sin entrar en contacto con los colonizadores alemanes. Gracias a la ausencia de cercanía y unión con los europeos, hoy este pueblo indígena es el testimonio de una tradición muy antigua arraigada en su vida. Los Himba conocen el mundo moderno que los rodea, pero han decidido vivir de forma primitiva respetando las costumbres y tradiciones de su propia cultura. 

¿Cómo vive este pueblo de pastores nómadas? Los Himba siguen la trashumancia de sus animales y por eso se mueven dos o tres veces durante el año. En los pueblitos se construyen pequeñas cabañas con hojas y ramas de Mopane, el árbol de las mariposas típico de África, unidas por una mezcla de estiércol y barro. Aquí las mujeres cuidan a la familia, ordeñan los animales (las vacas y las cabras son un elemento fundamental para la tribu) y dan agua a su clan. Aquí no hay propiedad privada, los bienes de las familias pertenecen a todo el grupo. Las mujeres que viven en los pueblos en contacto con los turistas crean y venden objetos artesanales como collares, souvenirs y colgantes, ellas mismas siempre llevan joyas muy vistosas. 

La característica más evidente de este pueblo es sin duda el color de la piel de las mujeres que despierta la curiosidad de todos quienes se topean con la cultura de esta etnia. Detrás de esta costumbre no hay nada mágico, esotérico o embrujado, las mujeres se untan el cuerpo y el pelo con la mezcla de ocre, grasa animal y hierbas para protegerse del sol y de los insectos. Aquí se revela el “secreto” del pueblo rojo. En cambio, los hombres no tienen la piel roja porque solo usan ceniza mezclada con grasa animal. 

Otro aspecto interesante es el cabello de las mujeres, sus peinados representan las diferentes etapas de la vida. Las más jóvenes llevan dos grandes trenzas; después de la pubertad, en cambio, llevan muchas trenzas y las mujeres casadas se reconocen porque añaden la piel de antílope. Los chicos, en cambio, están completamente rapados, solo tienen un mechón de pelo en el centro de la cabeza; los hombres casados ​​usan un sombrero que se quitan para dormir o en caso de luto. La ropa es realmente muy simple, los hombres y las mujeres llevan solo una falda de piel de cabra, a veces hecha de tela. 

Es hermoso y, en cierto sentido, tranquilizador saber que todavía en el mundo existen tradiciones suficientemente fuertes de sobrevivir a la modernidad, al cambio y a la globalización. 

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