Entre los siglos IX y XV, en Camboya vivió uno de los imperios más poderosos del sudeste asiático: el imperio jemer. Reinó durante más de 600 años y a él se debe la construcción de uno de los sitios arqueológicos más grandes y fascinantes de toda Asia, también patrimonio de la Unesco. Angkor se encuentra a 20 minutos de Siem Reap, la capital, y es un inmenso parque de 400 kilómetros cuadrados inmerso en la selva tropical, con varios edificios y templos en su interior. Una vez fue el centro religioso y político del imperio, antes de que fuera abandonado gradualmente después de su declive.
Hasta ahora, han sobrevivido los restos de los templos, mientras que no queda nada de los otros edificios. Esto se debe a que los primeros fueron construidos con piedra arenisca, un material muy resistente, mientras que los segundos eran principalmente estructuras de madera.
El edificio más importante y famoso es sin duda el templo de Angkor Wat, el ejemplo mayor de arquitectura jemer. Suryavarman II quería que fuera la representación terrestre del monte Meru, la montaña sagrada de la mitología hindú y budista. Los jemeres tardaron unos 40 años en completar la obra que hoy se llama “Ciudad Templo”, y que según el rey iba a ser la capital de su reino. Se cree que se utilizaron 300.000 trabajadores y 6.000 elefantes para construirlo.
La estructura está rodeada por un foso de 190 metros que forma un enorme rectángulo fuera de los muros perimetrales. Según la mitología, los muros representarían las montañas que encierran el mundo, mientras que el foso sería el océano más allá de las montañas. A cada lado hay una entrada. La principal, en el lado este, consta de un gran pórtico lleno de grabados y esculturas. La avenida que conduce al templo central está flanqueada por balaustradas que representan a los naga, las serpientes mitológicas con más cabezas que pertenecen a la cultura jemer. A cada lado hay una biblioteca, seguida de un lago artificial que la divide del templo mismo.
El complejo central se distribuye en tres niveles y consta de tres galerías interconectadas. Aquellas internas tienen torres en las esquinas en forma de capullos de loto, que dirigen la atención hacia la enorme torre central. A la planta superior se accede por una escalera muy empinada, después de todo eran pocas las personas que podían acceder a ella.
La mayor peculiaridad de Angkor Wat es el hecho de que está orientado hacia el oeste, a diferencia de la mayoría de los templos jemer. Según la simbología, el oeste es de hecho la dirección de la muerte y es por eso que muchos estudiosos pensaron que Angkor Wat era una tumba. Sin embargo, el templo también está dedicado al dios Vishnu, que a menudo se asocia con el oeste. Esto llevó a la conclusión de que el edificio era tanto un templo como la tumba del rey Suryavarman II.
Pero, lo que hace que el complejo sea extremadamente fascinante es la gran cantidad de decoraciones, incluidas las más de 3000 apsaras, las ninfas celestiales esculpidas en las paredes. Fuera del templo central, en cambio, hay una serie de bajorrelieves que representan eventos históricos y cuentos mitológicos.
Hoy, Angkor Wat es el símbolo de Camboya y aparece también en la bandera nacional.