Steve McCurry es el ícono de la fotografía contemporánea. Nació en 1950 en Filadelfia, Estados Unidos, donde comenzó sus estudios para llegar a ser un cineasta y fue durante su formación que descubrió su pasión por la fotografía. Comparado con el mundo del cine, McCurry cree que la fotografía es más espontánea y más adecuada a su personalidad. Así comenzó su largo viaje hecho de lugares, personas, culturas, historias y sonrisas.
Sus obras son conocidas por el uso de color, los colores son muy brillantes e intensos, que a veces casi parecen contrastar con el dolor expresado por algunos de los protagonistas fotografiados. Según McCurry, la relación con el sujeto de la foto es fundamental, debe haber química, una conexión inmediata entre el sujeto y el fotógrafo. El estadounidense nunca ha considerado la cámara como un arma política, sino que la ve como una herramienta útil para describir todo lo que nos rodea.
Si buscamos en Google el nombre del fotógrafo, la primera imagen que aparece en la pantalla es la muy famosa “muchacha afgana” con ojos esmeralda. Sacada en 1984, dio la vuelta al mundo gracias a su aparición en la portada de la revista National Geographic en 1985. Steve McCurry, como él mismo admitió, debe su fortuna a esa expresión tan magnética que hizo su viaje a Pakistán un momento inolvidable.
Detrás de esta foto hay una historia increíble, casi surrealista. Volvemos unos años atrás, McCurry está en un campo de refugiados en Pakistán; en derredor solamente se escuchan gritos, hay mucho ruido, gente hablando, otros caminando, luego ella, en ese rincón de la habitación, y esos ojos tan expresivos que dejan sin aliento. En la cabeza del fotógrafo ya no hay ruido, la confusión parece haber desaparecido, solamente queda la mirada de esa niña, fija en su mente. McCurry, convencido de que era la única foto que quería tomar ese día, le pide permiso al maestro para fotografiar a la niña. La luz era perfecta, el fondo perfecto, la expresión perfecta. Así McCurry saca la foto y da vida a la imagen que luego lo hizo famoso en todo el mundo.
Pero aquí hay el golpe de efecto. En 2002, National Geographic decide regresar a Pakistán con Steve para buscar a la niña huérfana que había emocionado al mundo entero muchos años antes. ¿Cuántos habrían apostado por el éxito del proyecto? Quizás nadie, el mismo equipo tenía dudas sobre la posibilidad de encontrar a esa niña que ahora había llegado a ser una mujer. Sin embargo, un par de semanas después del comienzo de la búsqueda, un hombre afirma ser el hermano de la mujer. ¿Enésimo fracaso? Esta vez no, Steve McCurry encuentra esos ojos magnéticos que ni siquiera el tiempo ha cambiado. La “muchacha afgana” ahora tiene un nombre, Sharbat Gula, y por segunda vez, después de 18 años, es inmortalizada por el ícono de la fotografía. Y por segunda vez Sharbat Gula aparece en la portada de National Geographic. Steve McCurry tomó medidas y ayudó a la mujer que en 2016 recibió una casa donde vivir gracias al presidente de Afganistán, Ashraf Ghani.
Es sorprendente cómo detrás de una fotografía, detrás de un rostro y detrás de una mirada se puede ocultar una historia tan emocionante.