Colores, flores y bailes para celebrar el “Día de los muertos” en México

Hoy vamos a Sudamérica, más exactamente a México para descubrir una de las fiestas más importantes y antiguas de la tradición de este país, el “día de los muertos”. Todos aquellos que conocen o han participado en esta fiesta, o aquellos que han visto fotos de las celebraciones, saben bien que esta ceremonia no tiene nada que ver con Halloween ni con la fiesta de los muertos en Italia. Aquí los colores brillantes y chillones, las calaveras de tonos vivos, la música y los bailes dictan leyes, nada es macabro o triste como se podría imaginar. 

Este aniversario tiene raíces muy muy antiguas, al principio se celebraban dos fiestas para conmemorar a los muertos: Miccailhuitntli en julio para los niños fallecidos y Ueymicailhuitl en agosto para los adultos, ambas duraban un mes. Los mexicanos no creían que el destino de los muertos dependiera del comportamiento tenido en vida, según ellos, el destino de las almas estaba determinado por las causas de la muerte. Había tres tipos de rumbos para las almas adultas: Tlalocan, el paraíso de las muertes relacionadas con el agua; Omeyocan, por las muertes relacionadas con la guerra y Mictlán, por las muertes naturales. 

Sin embargo, en 1500 los españoles llevaron sus tradiciones a Latinoamérica y así hicieron coincidir sus celebraciones con la festividad mexicana, creando el actual “día de los muertos” que se celebra desde finales de octubre hasta el 2 de noviembre. 

Con motivo de esta celebración, alegría, colores y música invaden las ciudades y las calles mexicanas donde todos, niños y adultos, bailan, cantan y desfilan con coloridos disfraces de esqueletos para celebrar la vida. La muerte se ve como un pasaje feliz y, en consecuencia, no se le atribuyen significados negativos. 

¿Cuáles son las otras costumbres para celebrar a los muertos que se unen a los vivos en esta ocasión? Los mexicanos decoran las lápidas con flores y adornos para recordar y honrar a sus familiares y a las personas queridas. En este periodo del año, es imposible no ver los “altares de muertos”, altares coloridos y para nada funerarios hechos con cuidado y dedicación para los fallecidos. En cada altar hay fotos de los difuntos, sus comidas favoritas, agua, sal, velas, pan de muertos, calaveras de azúcar, incienso, hojas de papel de colores con decoraciones (papel picado) y las flores de Cempasúchil. 

Hablando de flores, las Cempasúchiles son originarias de México y son fácilmente reconocibles por su color brillante, generalmente amarillo y naranja, y por su perfume muy intenso. Son un elemento indispensable porque según la tradición, los muertos, gracias a la fragancia de las flores, consiguen encontrar el camino para regresar a casa. Por eso es perfectamente normal ver la muy colorida Cempasúchil esparcida por las calles y en los cementerios. 

En 2008 el Unesco inscribió el “Día de los muertos” en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad porque “es una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas del país”. 

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